jueves, 6 de marzo de 2014

Sin el pan y sin el queso

Habíamos atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión... en tierra tuve 10 minutos para llamar a mi esposo antes de abordar el vuelo. Olvidé cerrar el gas, fingí angustia. Sentí su alegría. Debo devolverme?, no podré ir.  Bien sabes …. no hay más vuelos en los próximos 4 días. Lo sé, lo siento. Estarás sola, inventó tristeza. Sonreí. Te veo cuando vuelvas. Sabía su anhelo por quedarse solo a disfrutar su nuevo romance.
Suspiré feliz. Lorenzo  piloteaba, o pilotería el avión hacia nuestro escondite, desfilaron por mi mente deliciosos momentos con él.
Les saluda su capitán Mario Arenas y el primer oficial Pablo Roldán. - Mario Arenas, Pablo Rincón?, no, tiene que ser un error, es Lorenzo quien debe hacerlo, . . Qué pasó ? .... No sonreí más …..

Nubia Becerra Santamaría

viernes, 28 de febrero de 2014

Es mejor no correr, no discutir, no ir.

Estoy viendo una pareja discutir a tres puestos de distancia delante de mí.  El jersey verde militar de Julián me cuenta que tiene unos años de vida, sus hombros han recibido los rayos desgastantes del sol y la lluvia tiene sus propias huellas en las hombreras perfectas cuando nueva, asumo que ha unos 7 años. La chaqueta de Scarlett  camel brillante ha soportado los rigores del tiempo de nuestra capital pero preserva intacto su abrigo en el abullonadito para manterla tibia y pasiva.
Los peinados y colores de pelo de los dos dan cuenta de una pareja joven optimista, llena de gozo y capaces de aprovechar la moda sin que los sonroje, como sí me ha pasado.  No consigo que sus formas y colores de pelo, en el caso de Julián rojo, y en el caso de Scarlett malva, resulten muy contrastantes con sus chaquetas de las cuales puedo percibir un ligero olor a hogar guardado enmascarado o disimulado con perfume palmolive y guillete. Quisiera ver el resto del atuendo para sustraerme un poco de la pereza de estar sentada tanto tiempo atrapada dentro de esta buseta que a pesar de la música un poco alta y gangosa que dejan salir los tres parlantes ubicados a lo largo del pasillo de la buseta, es opacada por un chirrido de una silla que provoca uno de los pasajeros de la parte trasera, quien seguramente sigue el ritmo del porro que suena, y que bamboliando su gran tamaño no solo del trasero como de toda su estructura, ayuda a que los diferentes tonos agudos y sordos de los pitos de los carros vecinos sean un murmullo a nuestro alrededor. Me ha resultado verdaderamente delicioso sustraerse del largo tiempo que llevamos en el bus, esperando que se termine el trancón que haciendo cuentas, en tiempo de observar a esta pareja, edad de sus abrigos, chirrido rítmico de la silla, canciones que han sonado,  se acerca al minuto 40 o cercanías.
La discusión de estos dos personajes cuyos nombres obedecen a un bautizo ligero que hago para familiarizarme con ellos se centra básicamente en lo tarde que van al colegio de su hijo, quien seguramente cumple tres años, llevan tres globos mayormente azules con alusiones a dibujos animados de Disney,  una caja de cartulina que contiene un ponqué de la panadería cerca a su casa, comprada inmediatamente antes de tomar la buseta, sostenida gentilmente por ella en el aire para que no golpee contra las paredes de la caja y no se dañe el decorado en crema a colores, y con el nombre del niño en dorado y letra cursiva ensayada en algún papel, que será sorpresa para las maestras y niños que hará media hora los esperan con cocacolas servidas en vasos azules de cartulina, y un redondo envoltorio papel regalo cuya tarjeta no alcanzo a distinguir.
La maestra los esperaba hace largo rato para celebrar en el colegio o en el jardín el cumpleaños número tres de su hijo junior y por la angustia de sus cuerpos, las miradas hacia adelante buscando encontrar el escape de la buseta, el tono un poco más alto de la discusión, de quien es el culpable por la demora, deduzco que no hay nada que hacer. De repente desesperada Scarlett pone bruscamente la caja de la torta en las rodillas de Julian, seguramente estropeando la decoracíon y haciendo el nombre del niño solo un montón de color dorado estrellado contra la caja, lo mira con ira, se para se baja de la buseta llorando, y a los pocos segundos coincidencialmente  el trancón eterno se acaba, la buseta arranca, la miro por la ventanilla, lo mismo hace Julian con ojos suplicantes y aterrados quien no puede levantarse ni moverse, en una mano la cartera de ella, en otra el envoltorio redondo y verde brillante, los globos amenazando con salirse por alguna ventana y ahora la caja con el ponqué, el chofer de la buseta aprovechando la oportunidad avanza veloz y atrás  Scarlett corriendo detrás sin que se le escuchen sus gritos de súplica, Julian gritando desde la silla al chofer para que pare, tratando de sostener en el aire la caja con la torta, señor pare por favor, un momento, pare la buseta, ya nos unimos en coro pero el conductor solamente quiere ganar los minutos eternos que esperó en el trancón y ahogadas nuestras súplicas por la música y el chirrido de la silla de atrás, y por el ruido del motor, no escucha. Sigue su veloz escapada la que se hace imposible  ya cuando a 5 ó 6 cuadras más adelante una luz roja lo hace detener, todos miramos a Scarlett, sigue corriendo y vociferando detrás de la buseta. Puedo ver su falda enredarse en sus piernas rítmicas en avance angustioso, dentro todos la miramos, luz verde. Ya alguien ha dicho al chofer que espere un momento, sin embargo quiere ganar la luz verde, sigue sin hacer caso y un coro de gritos dentro de la buseta en pare, un momento por favor, espere ¡!!, Ya Scarlett cansada está en la puerta trasera bajada de los pasajeros, golpea para que abra, no lo hace, se va hacia adelante, entra, el chofer quien no se ha dado cuenta de nada, le pide el dinero, no tengo, trata de explicarle y lo propio hacemos todos los que nos dimos cuenta de la discusión, de cuando se bajó, de la carrera, del encarte de Julián, el chofer no entiende nada y le dice que gratis no la puede llevar y arranca, otro grito en coro de todos los pasajeros pare, espere, no entiende, no ve…., Julián no dice nada, solo mira, ella le pide dinero, el solo le dice no tengo más, su voz más que cansada y llena de angustia es un sollozo. Alguien le pasa lo de un pasaje al chofer, ella entra, despeinada, sudando, no dice gracias, se sienta en su mismo puesto, coge la caja de carulina, la eleva sobre sus piernas para que no se unten los bordes de crema, hablan y siguen.
La fiesta estuvo bien, espero. Pero quién tuvo la culpa? Valió la pena la discusión? La carrera de Scarlett y angustia de todos? El nombre de Junior ? alguien se lo comió y ya no importa? La decoración de la torta, quedó estampada en la cartulina?,  los globos quien los tiene?, etc. solo queda una cosa . . . .  el amor por encima de todo.


Nubia Becerra Santamaría